Esta es la historia de un anciano que tiene una enfermedad que está acabando con su vida y se tiene que ir a vivir a la ciudad para visitar a los médicos. Al llegar a la casa de su hijo conoce a su nieto y con él, su nuera y su hijo tiene que convivir durante el tiempo que le queda. Durante ese tiempo disfruta de muchas aventuras con el pequeño, ya que se da cuenta de que se parece a él y pretende enseñarle a ser un hombre como los de su pueblo y no como los de la ciudad, el abuelo llega a hacer que el centro del universo sea el niño. Le cuenta historias de las guerras en las que participó y duerme con él todas las noches para protegerle. A lo largo de la historia nos damos cuenta de cómo la enfermedad le va afectando a su mentalidad, pues cada vez se cree más que está en la guerra y vive en el pasado momentáneamente. En su lucha por convivir en la ciudad conoce a una mujer mayor con la que establece una amistad, que poco a poco va cambiando al hombre y le hace ver el cariño con el que hay que tratar a las mujeres, y así se va enamorando. Al final de la novela se casa con esta mujer y muere con una sonrisa, una sonrisa etrusca, pues justo antes de que su enfermedad acabe con él escucha a su nieto decir nonno (abuelo).
Este libro, para mí, es un reflejo de la ternura humana. En mi opinión la evolución del personaje principal es sorprendente pues se va produciendo poco a poco a lo largo del libro, esto es una de las cosas que me han sorprendido, otra de ellas es que a pesar de ser un libro que cuenta un día a día es una historia interesante que “engancha” y quieres seguir leyendo.
Me ha gustado mucho el reflejo de los sentimientos a través del protagonista, realmente enternecen y hacen de esta historia una historia muy bonita. Además creo que esta obra refleja la fortaleza y las ganas de vivir de alguien que tiene una enfermedad tan grave y puede ser un ejemplo para todos aquellos que padecen enfermedades así.
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